martes, 30 de junio de 2009

Realidad y Realismo

¿Cómo llegar a ser real sin ser realista? Cuán difícil es llegar a ser sencillo, lograr la sencillez es una de las cosas más complejas y difíciles, por lo menos en el escenario.

¿Cómo conmover al público con una historia que está sucediendo, pero que aún así significa algo ficticio para el espectador, aunque es real porque está sucediendo? Es tal como si estuviéramos en una realidad alterna ¿Cómo no hacer “como que se hace” sino simplemente hacer? ¿Cómo se vive y se construye en el escenario una situación que sin llegar a ser realista sea verdadera y real? Esto sólo se puede lograr con disciplina y constancia.

Aún así este camino es difícil, cuando el espectador se entrega a recibir una historia, el actor debe estar entregado a darla. Esa es la única verdadera convención.

Normalmente se hace cualquiera de los dos extremos, se hace “como que se hace” o se trata de llegar la emoción en el momento teatral con tal fuerza y descontrol hasta terminar exhausto o agotado. El llegar al equilibrio es una tarea de concentración y fuerza, es una tarea-principio del actor.

El actor se convierte en un ser presente, extra-cotidianamente presente, que hace que voltees a verlo por su precisión y por la fuerza de sus impulsos, tal como si estuvieras observando una pintura viva, una escultura perfecta y humana… una obra de arte…
por wbdl

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que dificil verdad? yo a eso (en mis limitados conocimientos teatrales) lo conozco como verdad escenica, pero mas dificil creo yo que es presentar esa "realidad" sin permitir que ella te absorba o te agote como dices tu, yo por eso trato de construir y conocer a mis personajes, y que sean ellos los que salgan al escenario, para que hablen por mi; ellos son los que sufren y se divierten, porque yo me canse de dejar pedacitos de mi en el escenario, al fin y al cabo como me dijeron una vez: "el que se dedica al teatro se dedica al olvido" sera?

Anónimo dijo...

Con los ojos puestos en las estrellas heladas. la estrategia del hombre poderoso es siempre la misma,
sirve su amor en dosis letales,
porque el amor es narciso al borde del agua, obsesionado
Por su propio rostro solitario y, sin embargo, debe al fin buscar
Un final, una libertad pura y total, debe desear que los espejos
Se rompan y que la noche amable borre el agua. Como camina el tiempo entre la muerte,
con sus mismas pisadas y su aliento;
arde como la soledad que te devora,
arde en ti mismo, ardor sin llama,
soledad sin imagen, sed sin labios. porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma. —¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuándo somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida —pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos—,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos.
Para acabar con todo.